Para la mayoría de ciudadanos el imaginario de ruralidad se limita a los aspectos asociados al campo y lo agrícola, dejando de lado las dinámicas propias de la gente que no solo vive sino que crece y se forma en las zonas rurales del DMQ. Los y las jóvenes rurales, como todos las personas en esta etapa de la vida, tienen un gran deseo de manifestarse de diferentes maneras y a partir de sus necesidades muy propias de sus contextos.


Mediante este producto transmedia se establece un documento de memoria social descentralizado que propone una nueva lectura de lo rural a las otras miradas, entre ellas la urbana, y así conectar con las juventudes de los otros territorios, reconociendo necesidades y anhelos compartidos, que nos vuelven comunidad.

FluxusFoto – 2024

( Johana Salguero )

De ida y vuelta.

Habitaciones vacías, tarrinas sucias, el sol que entra por la ventana a calentar un cuerpo ausente.

Ricardo, joven de 32 años habita en el sur de Quito, a diario tiene que dejar su hogar a las 6.30 am para dirigirse a su lugar de trabajo entre jornadas diurnas y nocturnas de casi 12 horas seguidas; la ausencia de su presencia en casa es evidente, muy a menudo los horarios de trabajo no le permiten relacionarse en otras actividades de su agrado, lo que limita también la convivencia con su familia y cambia su círculo social. Entonces ¿puede la juventud significar y limitarse al equivalente de productividad? Es decir, mientras más puedas producir económicamente, -¿sigues siendo joven?-

( David Parra )

Mi juventud a los 25 años

Propongo esta “historia mínima” de 12 fotografías, que conjuga el detalle, el retrato e imágenes contextuales como una forma de narrar cómo he sentido mi juventud ahora que hace poco cumplí 25 años. Soy titulado de Educomunicación en la Central y realizo producción audiovisual independiente con un amigo. Hace un tiempo relativamente corto finalicé un vínculo emotivo y a partir de ello me he pasado muchos más momentos de mi día en casa en estos meses, como un ciclo casi monótono de cotidianidad. Entre el autoaprendizaje en Internet, la añoranza del pasado, el juego con mi mascota, la incertidumbre de mi futuro y el cuestionamiento a la vida misma y a mi contexto; estas fotografías tratan de reflejar de la forma más honesta posible cómo estoy viviendo esta transición hacia la adultez “formalizada”.  Me narro a mi mismo en primera persona a través de las imágenes para validar mis pasiones, siendo la más grande la fotografía, misma que, así como me ha salvado, también me ha dado momentos bajos por pensar en el autboicot del “artista”. También trato de registrar mi identidad a través de los objetos y de acciones simples como una forma de simbolizar los atisbos finales de una juventud despreocupada que se me empieza a escapar de las manos.

( Foto intervención )

( Crepúsculo )

Seres de Ilaló

( Adhelmar Angamarca )

Skatos

La juventud va abrazada de una patineta, sin importar la edad, nacionalidad o religión. El skate es un movimiento inclusivo que se convierte en un refugio y una forma de expresión para quienes buscan libertad en sus ruedas. En las calles, ser joven y skater significa desafiar los límites, encontrar comunidad en cada truco y plasmar en el asfalto las emociones de una generación que no se detiene ante los obstaculos. El skate es para todos y abraza a todos por igual, conectando a los jóvenes en su deseo de explorar, crear y vivir intensamente

( Cristian Acosta )

Reflejos del tiempo.

Este trabajo es autoreferencial y busca responder la pregunta ¿qué es ser joven? mediante una serie de imágenes que representan la juventud en el tiempo libre y cómo se utiliza este tiempo para encontrase a uno mismo.

En este ensayo se utiliza el espejo de manera recurrente como símbolo de las diferentes facetas que puede tener una persona al observarse a sí misma. Además de capturar el reflejo, las imágenes permiten realizar un ejercicio de introspección acerca del tiempo libre y cómo este da pie al aburrimiento, y al mismo tiempo evoca la creatividad y la reflexión de una persona.

En ese sentido, la fotografía se convierte en un espejo del estado mental del autor, revelando dudas y temores de cuando se pasa tiempo a solas.

Hay flores para quien quiere verlas

( Sergio Poveda )

En 1986, el químico y saxofonista Saul Shapiro descubrió el elixir de la eterna juventud en el Ecuador. Su investigación -de carácter clasificado- fue financiada por cierta sociedad secreta de magnates octogenarios desesperados.

Shapiro registró los misterios del insecto toñuga: produce una enzima que traspasa a la conciencia hacia un espacio oscuro y (por algún efecto similar al de la ecolocalización) la conciencia ocupa entidades de tiempos futuros.

Asimismo, por acción de cierta fuerza pendular la conciencia de Shapiro migró de un cuerpo a otro en cuestión de segundos (entretanto su cuerpo terrenal mantenía signos vitales). Así, experimentó una serie de formas de ser en una sola etapa de desarrollo: adolescente o joven.

La experiencia de Shapiro con la toñuga fue descrita por su becaria y ‘amiga’ íntima, Moon Yan (1966-?) en “Hay flores para quien quiere verlas”. Además, Yan ponía en negro sobre blanco el misterioso modo de la toñuga para alterar zonas cerebrales que habilitan “el único pasillo hacia la eterna juventud, ese divino tesoro y, a la par, esa mala hierba: ocupar cuerpos jóvenes, a las bellas criaturas”.

De acuerdo a los herederos de Penguin, Yan escribió, primero, el orden de cuerpos que Shapiro ocupó; la segunda parte es trágica: el científico invadió un cuerpo que dormitaba bajo un árbol lo cual produjo una petrificación de su anatomía la cual se mantiene en el tope de un edificio de la capital ecuatoriana.

Foto paste up - Diversidades

En el vibrante Parque Diversidades, ubicado en el corazón del sur de Quito, un grupo de 10 jóvenes se unió para transformar un simple muro en una obra de arte llena de vida, identidad y voz. A través del muralismo, el graffiti y el paste-up, plasmaron sus relatos, sueños y luchas en un mural que no solo embellece el parque, sino que también refleja la energía de su juventud y su profunda conexión con el territorio. Este proyecto es más que arte urbano: es una forma de reclamar su espacio, expresarse y dejar una huella duradera en su comunidad, inspirando a otros a seguir llenando de color sus propias historias.

La Tola